Martha Goyeneche NCR-Septiembre-2019
El amazonas: vive un conflicto de Intereses. Los prolongados incendios del Amazonas de los últimos meses revelan el conflicto que genera esta selva de más de 5,5 millones de kilómetros cuadrados que comparten ocho países latinoamericanos, y que llegó a ser uno de los temas de la agenda internacional en la pasada Cumbre del G7 en Biarritz (Francia).
Málaga, 1/09/2019.- ¿Qué pasa en el Amazonas, el mayor bosque tropical del mundo que, debido a la avalancha mediática de los últimos días, es noticia internacional? La respuesta es que estamos ante un conflicto de intereses. No es la primera vez que los conservacionistas se plantan ante los terratenientes, colonos y mineros que ven en esta selva una fuente inagotable de riqueza.
El valor económico de la Amazonia: radica en los minerales que alberga, la extracción de madera, la tierra que después de devastada se convierte en zona de monocultivos y ganadería extensiva; en contraposición al argumento de los conservacionistas que la defienden como un gran sumidero de CO2 (dióxido de carbono): territorio que alberga el mayor bosque tropical del mundo y el hogar de más de la mitad de las especies terrestres de animales del planeta. Todo ello, sin contar que allí viven las últimas tribus indígenas autóctonas que mantienen la estabilidad del ecosistema.
Recordando a Chico Mendes
Los conflictos en la región no son recientes, basta con recordar a Chico Mendes, sindicalista y activista ambiental brasileño que luchó de manera pacífica contra la extracción de madera y la expansión de los pastizales sobre el Amazonas, hasta que fue asesinado por hacendados en 1988.
Después de Chico Mendes más líderes perdieron la vida, y según Global Witness -una ONG internacional establecida en 1993 que trabaja para romper los vínculos entre la explotación de los recursos naturales, los conflictos, la pobreza, la corrupción y los abusos de los derechos humanos en todo el mundo- sólo en Brasil fueron asesinados durante 2017 más de 50 líderes ambientales por defender la Amazonia.
¿Defender o explotar los recursos?
El gran dilema es cómo gestionar el Amazonas. ¿Se debe conservar en su totalidad? ¿Seguir con una explotación intensiva? ¿Trabajar por un desarrollo sostenible que beneficie a poblaciones vulnerables?
Si se tiene en cuenta la hipótesis de Gaia de James Lovelock y Lynn Margulis, según la cual “el planeta Tierra en su totalidad, incluyendo seres vivos, océanos, rocas y atmósfera, funciona como un superorganismo que modifica activamente su composición interna para asegurar su supervivencia”, lo que sucede en el Amazonas afecta a todo el planeta. No es una catástrofe aislada o ajena, si además se tiene en cuenta su extensión.
Hace 27 años
Es curioso recordar que fue en Rio de Janeiro (Brasil) cuando hace 27 años se realizó la gran Cumbre de la Tierra donde participaron más de 150 jefes de Estado, la gran oportunidad medioambiental para el planeta ya que por primera vez se plantearon los convenios sobre el cambio climático, la protección y gestión de la biodiversidad, la recuperación de la Capa de Ozono, la gestión de los residuos, las Agendas 21 para las ciudades y diversos compromisos encaminados a proteger la supervivencia de las futuras generaciones.
En estos días, Francia planteó el tema de la Amazonia y la financiación para combatir los incendios en la cumbre del G7 en Biarritz, sin embargo, Jair Bolsonario, presidente de Brasil, rechazó la iniciativa del mandatario francés Emmanuel Macron y la condicionó a que no se tratara la soberanía de la Amazonia como un tema internacional. El conflicto continúa, incluso el cuestionamiento del verdadero valor de la Amazonia para el planeta.
El gran Bosque Tropical
Lo cierto es que, según un reciente artículo de National Geographic, este gran bosque tropical contribuye significativamente a la extracción de dióxido de carbono de la atmósfera, no como un par de pulmones, sino con un enorme aparato de aire acondicionado que enfría el planeta -uno de los más potentes a la hora de mitigar el cambio climático- junto a otros bosques tropicales de Asia y África central, algunos de los cuales también están ardiendo.
Sólo me queda rememorar mi propia experiencia en el corazón de la Amazonia. Recuerdo las veces en las cuales alcancé a sobrevolar ese manto verde interminable que se perdía en el horizonte serpenteando por ríos caudalosos, amarillos, por donde luego navegábamos horas y horas de un poblado a otro.
Recuerdo en Ecuador a los indígenas Kofanes y Waorani tratando de defender sus resguardos de la exploración petrolera, recuerdo los atardeceres ensordecedores por el canto de los guacamayos y los monos en la frontera entre Colombia, Venezuela y Brasil.