La mayoría de los lectores y de los contribuyentes de NÓMADAS CON RAÍCES somos latinoamericanos haciendo vida fuera de nuestros países de origen. Esta condición nos ha dado una perspectiva mucho más amplia de nuestras naciones en particular y de nuestro subcontinente en general. Uno de los aprendizajes más valioso que hemos obtenido, a partir de nuestras nuevas vidas fuera de nuestras patrias, es una visión más objetiva de los problemas que solíamos afrontar cotidianamente. Hemos constatado que muchos de éstos son comunes en su causalidad en toda la región latinoamericana y que las políticas oficiales para confrontarlos, y la manera como el ciudadano común de cada uno de nuestros países los ha enfrentado, tienen semejanzas, pero también diferencias importantes.

El enfrentamiento y la solución tanto a problemas cotidianos como a otros de larga duración y alcance, tiene en Latinoamérica una heroína anónima: la mujer. En un subcontinente donde se verifican lastimosamente muchas desigualdades de género en los centros de trabajo e inseguridad social (desde hospitalaria, pasando por presentar una de las tasas más altas de embarazo precoz, violencia doméstica y feminicidio e incluso trata de blancas), muchas de nuestras heroínas latinoamericanas han dejado una huella histórica trascendente por determinante en todas nuestras sociedades: levantar un hogar por si solas, sin la compañía del varón. Frente al abandono del hogar por parte de su compañero sentimental, no se han arredrado, y haciendo un esfuerzo titánico, han salido adelante. Otras, con más suerte, han contado con la solidaridad y lealtad de sus compañeros en el proyecto de formar una familia, tendencia que afortunadamente se ha visto incrementada en los últimos lustros en toda la región.

Las migrantes_

En los últimos 3 años se ha verificado un problema de desplazamiento humano sin precedentes en la historia moderna latinoamericana: las voluminosas masas de ciudadanos venezolanos saliendo de su país, básicamente por padecer unas condiciones de vida infrahumanas dentro de Venezuela, lo cual ha dado lugar a la emergencia humanitaria más intensa jamás vista en el hemisferio occidental. Nuevamente, el rol de la mujer venezolana ha sobresalido de manera extraordinaria. Haciendo acopio de un valor pocas veces visto en situaciones de desplazamientos humanos similares, las venezolanas han cargado con sus pocas pertenencias y sus hijos más pequeños a cuestas, para emprender caminatas hacia destinos ubicados a cientos y miles de kilómetros de distancia de Venezuela. Una vez llegadas a su destino (Colombia, Ecuador, Perú e incluso Chile o Argentina) han realizado trabajos de diferente naturaleza (las más de las veces no bien remunerados) para al menos tener algo de comida que llevar a su grupo familiar. Pero no se han quedado allí. Un editorial del periódico venezolano El Nacional publicado a mediados de 2018, da cuenta de la presencia de grupos de venezolanos en 59 países, en los cuales ya se ha verificado la creación de emprendimientos muy exitosos. Como testimonio de lo anterior, describiré brevemente el emprendimiento de 3 mujeres venezolanas en territorio colombiano, llevados a cabo de manera directa e indirecta. En próximas entregas de mi columna les presentaré entrevistas y gráficas de estas 3 protagonistas.

Xocolat & More: La Chocoaventura_

Xocolat&More

Jenny Camacho es una venezolana especializada en institutos venezolanos altamente reconocidos en chocolatería y pastelería. Casada con un nacional colombiano, ella y su pareja decidieron emigrar a Bogotá hace 4 años. Teniendo como motivación original la necesidad de producir alimentos sanos y nutritivos para personas que, al igual que sus seres más queridos, habían experimentado los rigores de dolencias como diabetes, colesterol y triglicéridos altos, ¡Jenny se dio a la tarea de crear recetas que cumplieran este fin! La perseverancia siempre paga, hoy en día Jenny y su esposo tienen un exitoso local de pastelería alternativa en Bogotá, completamente sano en sus ingredientes y cuyos productos son completamente aptos para personas con las dolencias antes mencionadas. Pero el destino siempre presenta escollos y  recodos en su camino difíciles de anticipar: en 2018 Jenny fue diagnosticada con cáncer de mama. Su fe en Dios, su capacidad de lucha y su resiliencia se vieron una vez más puestas a prueba. Hoy en día es una sobreviviente de esta enfermedad y con un ánimo y amor a la vida más que renovado y supremamente reforzado, que la ha hecho valorar aún más los aspectos realmente importantes de su vida: la familia, su emprendimiento y su país natal.

Dogworld_

DogWorld

Alejandra Segovia es una ingeniera en informática graduada en la Universidad Alejandro Humboldt de Caracas. Luego de ejercer por pocos meses su profesión, descubrió que su pasión eran las mascotas y decidió hacer realidad su sueño más preciado: llevar adelante un emprendimiento con una amiga (Mariela Hurtado) para producir postres para canes y felinos a partir de 2010. Este tipo de emprendimiento resultaba muy retador, toda vez que la limitada oferta de los ingredientes (o su gradual escasez para la época) siempre ponían en riesgo la terminación de los productos ofertados. Aunado a ello, las prioridades de las familias venezolanas se iban acentuando cada vez más y más en la consecución de los ingredientes de la cesta básica familiar, relegando triste y forzosamente a un segundo plano la alimentación de sus mascotas (¡ni que decir en cuanto a considerar comprar “tortas y postres para sus mascotas!”). Lejos de amilanarse, esto se convirtió en un acicate para Alejandra y su socia. Reemplazaron ingredientes, probando siempre su idoneidad, modificaron e incluso crearon nuevas recetas. Hoy en día, Dogworld es un emprendimiento que ha tenido reconocimientos dentro de Venezuela y ha comenzado a expandirse a Uruguay y próximamente a Colombia.

Tequeñones_

Carmen Rodríguez (pseudónimo escogido por nuestra tercera protagonista), llegó a Bogotá a mediados de 2018. Luego de pagar 200.000 pesos colombianos a un servicio de transporte que la trajo desde una población fronteriza venezolana con Colombia, llegó hasta Bogotá. Con escasos recursos, y habiendo dejado a su grupo familiar en Caracas mientras ella se establecía (vale decir, procurarse un sitio adecuado y económico para vivir y un medio de sustento decente), Carmen consiguió arrendar un puesto de venta de comida ambulante de “tequeñones” (dedotes de quesos en el argot local) en la zona central de la capital colombiana. En apenas 3 meses, logró hacer una clientela que alaba sus tequeños pues dicen que los mismo tienen un toque especial y un sabor muy superior a la competencia de los alrededores. Al cabo del segundo mes, Carmen pudo comenzar a enviar remesas a sus familiares y ya está reuniendo el dinero necesario para traerse a su único hijo, una hermana y su mamá

La migrante venezolana_

Como hemos podido constatar a partir de las historias de Jenny, Alejandra y “Carmen”, la migrante venezolana se ha tenido que enfrentar a situaciones inéditas y muy duras. Estas historias de vida nos demuestran que, puestas a luchar, la mayoría de las venezolanas que están padeciendo los rigores de unas condiciones de vida hostiles y pésimas en Venezuela, y siendo en muchos casos cabezas de familia, nuestras modernas heroínas han salido adelante, aun a riesgo de perder su vida. Las anécdotas de sus viajes para cruzar la frontera colombo-venezolana, su indeclinable voluntad a superar cualquier escollo y su solidaridad para con sus seres queridos (su principal motivo de lucha) las están convirtiendo en una referencia no solo continental sino mundial.